Homenaje a Alorsa (Jorge Pandelucos)
de la Guardia Hereje
Me los presentó un amigo, como suele ocurrir, y me encontré de pronto bailando el candombe de los exiliados, sufriendo por el tango de un penal mal pitado, riendo por las pesadillas ajenas.
Pero así, sin más, me enteré también que sólo eso era lo que iba a escuchar del gran Alorsa, del tachero piola de La Plata, del gordito, del compadre, del amigo que no tuve el gusto de conocer, o por lo menos escuchar.
Así que me dejé contagiar, me dejé llenar y llevar por la escencia del tango, por el carisma de Alorsa, y a partir de un tango suyo, escribí el mío para él, y aunque no lo conocí, sobran los motivos para saber que tenia madera de grande en cuerpo de humilde, y que lo que nos dejó le valió el boleto de entrada a ese arrabal a donde van los genios como Discépolo, Troilo, Gardel o Goyeneche...
Un homenaje... a quién no conocí...
Volvía el tango, estaba volviendo
con el lunfardo de la vieja esquina,
como un señor.
volvía amargo, a seguir bebiendo
el medio vaso que en la cantina
se le olvidó
volvía el tango a contar historias
de callejón,
acompañado de la milonga
y el bandoneón.
y de la mano de un gordo hereje
de profesión,
volvía el tango, tan despacito,
que ni se oyó
y volvía la villa y volvía el fútbol
y la pasión,
y los muchachos y el vaso sucio
por el alcohol
volvía el tango con un tachero
que se animó
a reír llorando, a ser tanguero
de corazón
cantando al barrio y al canillita
de la estación,
volvía el tango que resucita
sólo en su voz.
volvía el tango, volvía tan solo
que entristeció
cuando en "orsai", un día el gordo
ahí nos dejó.
8/3/10